En el año 1998, en el que se dio el último fenómeno de El Niño realmente fuerte, se sumaron la caída del precio del petróleo y elecciones, entonces, el PIB solo creció en un 0,4% ese año y la pobreza rural junto a la emigración del campo a la ciudad crecieron por las afectaciones en el agro.
Este año, aún sin El Niño, el gobierno ha bajado su en exceso optimista previsión de crecimiento del PIB de 3,1% a 2.7% mientras que la CEPAL lo sitúa en 2% y la consultora Fitch en 1,6%.
Todos los modelos meteorológicos predicen un fenómeno de El Niño fuerte para el segundo semestre del 2023, que agregará estragos a los de este invierno y muy probablemente se una con una nueva campaña electoral si hay muerte cruzada.
Mientras la politiquería, la corrupción y la inseguridad hacen de las suyas, el país será embestido por un Niño fuerte con un gobierno que ha demostrado una incompetencia pasmosa y a esas alturas estará completamente debilitado si sobrevive; pobre Ecuador!
Es nuestro deber político advertir al país sobre la necesidad de prepararse con medidas de prevención y mitigación ante la inminente llegada de un Niño fuerte para que las afectaciones en vidas, viviendas, cultivos, ganados e infraestructuras sean las menores.
El Niño afecta al campo pero también a las ciudades, sobretodo en los sectores marginales y puede generar escasez y encarecimiento de alimentos si no se toman medidas a tiempo.
La politiquería ecuatoriana anda preocupada en robar, en mentir, en el golpismo, pero nadie mueve un dedo por proteger a la población y a la economía contra las calamidades de El Niño a tiempo.
Comments